noviembre 30, 2009

Santiago.

Aún escucho ese sonido. Despierto y duermo alucinando el disparo que terminó con la vida de Santiago, con sus ilusiones, con su destino. Jamás olvidaré ese momento. Su última mirada, sus últimas palabras. Nunca imaginé que todo terminaría así. Siempre fue mi amigo, el mejor. Pero ese día, él ya era otro, sus ojos lo reflejaban, mostraban su resentimiento, su ira, la desesperación, el odio, su locura. Su cuerpo terminó desvanecido en el suelo, inundado en sangre. Sin saber que hacer, otra vez salí huyendo. Ahora me arrepiento, por que una vez más pude ayudarlo y me perdí en mi estupidez.

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